“Probablemente no exista una operación que sea más apreciada por un paciente que la reparación adecuada de una hernia inguinal. Por lo tanto, si ningún otro campo fuera ofrecido al cirujano, más que el tratamiento de las hernias inguinales, valdría la pena convertirse en cirujano y dedicarse la vida entera en este servicio”.
William S. Halsted (1852-1922)
Jefe de Departamento de Cirugía
Facultad de Medicina del Johns Hopkins
Desde que la Cirugía surgió como una especialidad, los médicos han demostrado un particular interés en las hernias inguinales. Es más, se dice que la historia de la Cirugía puede resumirse en la evolución del tratamiento de las hernias a través del tiempo. Son tan comunes, que la reparación de una hernia inguinal es una de las operaciones más frecuentemente realizadas por un cirujano general en Guatemala. En Estados Unidos alrededor de un millón de pacientes se someten a una reparación de una hernia ingunal cada año. Ocurren más frecuentemente en hombres y son más comunes en personas mayores de 45 años.
La primera evidencia registrada de un texto científico que habla de las hernias es el Papiro Egipto de Ebers (Egiptian Papyrus of Ebers, 1552 AC), un monumental libro de historia de la medicina. De acuerdo con este texto, se describen las hernias como “una protrusión de la superficie del abdomen…que salta cuando el paciente tiene tos”. Esta es una de las descripciones más antiguas y más sencillas, pero que dan una idea bastante clara de lo que siente un paciente con una hernia inguinal. A través de la historia, el tratamiento quirúrgico de las hernias ha evolucionado enormemente desde una simple sutura, hasta una reparación con la ayuda de materiales prostéticos. Hoy por hoy, es una operación bastante segura y efectiva en manos de cirujanos experimentados.
Una hernia es un orificio a través del cual existe una salida transitoria o permanente de estructuras desde adentro hacia afuera del abdomen. En la mayoría de casos, lo que inicialmente protruye es simplemente grasa. Sin embargo, con el tiempo y el aumento del tamaño del orificio, algunas estructuras como el intestino, ovarios, colon, apéndice, etc., pueden protruir a través del mismo. Cuando ocurre un aumento de la presión dentro del abdomen (al toser, al defecar, al levantar un objeto pesado, etc.) estas estructuras pueden quedarse trabadas. Si no reciben adecuado aporte de sangre, pueden incluso hasta estrangluarse, requiriendo una operación de emergencia y extirpación de un segmento de intestino.
Hernia inguinal congénita o indirecta: es la más frecuente y se produce por una falla en el cierre del conducto por donde desciende el testículo del abdomen hacia el escroto durante el desarrollo embrionario. Normalmente se diagnostica en niños y requiere de una operación para corregirla.
Hernia inguinal adquirida o directa: ocurre debido a la debilidad de los músculos de la pared de la ingle. Ocurre más frecuentemente en adultos y, por lo general, la reparación con una malla prostética tiene mejor resultado a largo plazo.
Al principio, las personas con una hernia inguinal suelen no tener síntoma alguno. Simplemente se observa un abultamiento en un lado de la ingle (o en ambos lados) que protruye al hacer un esfuerzo y aumentar la presión dentro del abdomen (por ejemplo, al toser, al levantar objetos pesados, al pujar, etc.). El abultamiento desaparece cuando la persona deja de hacer esfuerzos, se acuesta boca arriba o si se presiona con la mano. Progresivamente las personas sienten molestias e incluso dolor al estar de pie, caminar, levantar objetos, etc., afectando la calidad de vida normal.
Factores bioquímicos: alteraciones en la formación y maduración del colágeno, que es indispensable para la elasticidad y resistencia de los tejidos de la ingle.
Cigarro: Los tóxicos del cigarro pasan a la circulación sanguínea produciendo una actividad descontrolada del colágeno.
Factores genéticos: se han descrito casos pacientes con hernias inguinales con antecedentes de la misma dolencia dentro de la familia. Se cree que se trata de un gen proviniente del padre.
El diagnóstico de una hernia inguinal es basado en una buena historia clínica y un examen físico minucioso. Rara vez se requieren exámenes adicionales para confirmar el diagnóstico. En algunas personas con duda diagnóstica puede ser útil realizar un ultrasonido o una tomografía.
La cirugía constituye el tratamiento de elección para cualquier tipo de hernia, incluyendo las hernias inguinales. Hay una máxima en Medicina que dice: “hernia vista, hernia operada”. Esto se debe a que, la experiencia nos ha enseñado que la retrasar la reparación de una hernia puede tener consecuencias negativas en el resultado final de una operación.
Se recomienda un tratamiento quirúrgico definitivo de todas las hernias. Mientras más temprano se haga el tratamiento definitivo de la hernia inguinal, mayor la probabilidad del éxito de su reparación. Si la hernia existe por muy largo tiempo, puede aumentar de tamaño y debilitar los tejidos que sirven para la reparación del defecto de la ingle. Además, puede evitar las complicaciones, muchas veces graves, por el estrangulamiento del intestino dentro del orificio.
La operación consiste en cerrar el defecto de la hernia (el orificio). La reparación puede lograrse mediante unos puntos para juntar los tejidos a su alrededor. Sin embargo, está descrito en la literatura que el utilizar una malla para reforzar las suturas previene la recurrencia a largo plazo de las hernias. Se puede realizar también mediante cirugía laparoscópica, la cual facilita la colocación de mallas más grandes para una mejor cobertura y reduce el dolor postoperatorio, acortando la recuperación.
La anestesia que más frecuentemente se utiliza es la epidural, necesitando dormir únicamente la mitad inferior del cuerpo. Sin embargo, también se puede emplear la anestesia general (sobre todo en cirugía laparoscópica) o incluso, en pacientes seleccionados, la anestesia local.
En Guatemala, el Dr. Rodrigo González Toledo realiza la operación de hernia inguinal a través de cirugía abierta o cirugía laparoscópica. La cirugía puede incluso realizarse de forma ambulatoria, dándose de alta del hospital el mismo día de la operación. La recuperación es rápida. La mayoría de los pacientes están de regreso en sus actividades cotidianas en un promedio de 3 a 5 días después de la operación. No hay restricción de actividad física (solamente se recomienda evitar levantar cosas pesadas) ni se requiere de una dieta especial.
La obesidad es la segunda causa más frecuente de muertes prevenibles en Guatemala debido a que está directamente relacionada a la diabetes, presión alta, síndrome metabólico, apnea del sueño y muchas otras enfermedades incluyendo el cáncer. Independientemente del tipo de cirugía de reducción de peso (cirugía bariátrica), la pérdida de peso resulta en una resolución completa de la mayoría de enfermedades asociadas a la obesidad en más del 80% de los pacientes. En el resto de pacientes, estas enfermedades mejoran considerablemente luego de bajar de peso. Por consiguiente, no se trata de una cirugía estética, se realiza por salud, pero los resultados estéticos van de la mano.
Our digestive system is designed as a one-way street: food goes from our mouths to the esophagus and into the stomach, where the digestion begins, and the nutrients reach the intestines where they are absorbed into the blood. Esophageal reflux occurs when part of the stomach contents (like food, gastric acid, bile, etc.) return to the esophagus.
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